Alejandro de Avila Biografía Yo crecí con un sentimiento muy fuerte de conexión con la tierra puesto que mis padres venían de culturas campesinas--por el lado de mi madre campesinos filandeses, por el lado de mi padre campesinos mexicanos. Mi abuela había nacido y había crecido en Oaxaca y tenía un increíble amor a su terruño. Ella hablaba de Oaxaca con una nostalgia y un cariño que me marcaron y que determinaron, años después, que yo viera a Oaxaca como un lugar de raíces. A la edad de once años me encontré en una librería de la ciudad de México un libro que me fascinó, un libro de un autor soviético. En aquella época la literatura soviética tenía mucha influencia en México. Esta era una introducción a la antropología. Lo leí completo y me fascinó y decidí que yo quería estudiar antropolgía. Mi padre fue muy generoso en apoyarme para venir a los Estados Unidos a estudiar y vine a la Universidad de Tulane en Nuevo Orleans para especializarme en antropología en estudios mesoamericanos. Terminé teniendo suficientes cursos para hacer una doble licenciatura en antropología y biología de comportamiento. Y esto me llevó a venir a la Universidad de [California en] Berkeley para hacer un posgrado. A la postre recibí una invitación de un colega diciéndome que se estaba estableciendo en Oaxaca un centro de investigación enfocado a desarrollo regional, y que había interés en personal que tuviera una formación interdisciplinaria entre biología y ciencias sociales. Dejé todo lo que tenía acá [en Berkeley] y desde entonces he vivido en Oaxaca. Llevo ya casi quince años. La experiencia ha sido la confirmación existencial de que esta formación que recibimos en la torre de marfil realmente puede hacer una diferencia para la gente, de influir de alguna forma en los procesos locales, en una forma humilde. Para mi eso es fundamental. La etnobiología Lo que he hecho en los últimos quince años ha sido trabajo etnobiológico. Mi trabajo se ha enfocado al conocimiento tradicional del medio ambiente; al uso de plantas y animales; a la identificación de estos según la taxonomía occidental. Este es un trabajo bastante latoso, en el cual, anda uno en el monte, anda uno en el campo con la gente misma. He documentado el conocimiento en mixteco y he hecho también algo de trabajo en comunidades de habla náhuatl, tanto de clasificación de plantas, como de animales, y de hongos. La gente mixteca no clasifica en base a relaciones de filogenia. Es decir, no se basan en la morfología de los organismos o el comportamiento de los organismos sino que el uso, es muchas veces, el criterio fundamental. Las plantas que son usadas en la misma forma reciben la misma categoría, como plantas que son comestibles, las hojas son comestibles. Hay otra categoría que son frutos, que son flores, que son empleadas ritualmente, que son plantas leñosas que se pueden quemar como leña que arde bien. La clasificación mixteca de las plantas representa un problema teórico en el sentido de que contradice lo que por muchos años se ha propuesto como los principios universales de clasificación de organismos. La ecología Para mí ha sido una gran satisfacción ser fundador de una organización no gubernamental en Oaxaca enfocada al estudio del medio ambiente y la ecología humana. Esta organización se llama SERBO: La Sociedad para el Estudio de los Recursos Biológicos de Oaxaca. Llevamos ya diez años trabajando y ha sido un éxito en cuanto a que realmente hemos formado un equipo interdisciplinario de trabajo. Parte de mi trabajo ha sido documentar la importancia nutricional de plantas no cultivadas pero que son muy importantes puesto que complementan vitaminas y minerales que de otra forma están presentes en cantidades muy limitadas en la dieta tradicional de maíz y frijol. La zona donde hecho la mayor parte de mi trabajo, es considerada la zona más marginada en México. Los municipios de Cocoyán, Metlatonoc y las áreas vecinas en los limites de Oaxaca y Guerrero. Cuentan con los índices mas altos de marginalidad en México. En esta zona la recolección de alimentos no cultivados es muy importante. Parte de nuestro trabajo ha sido validar el conocimiento tradicional de estas especies en cuanto a que son fuente importante de nutrientes. Otra parte ha sido utilizar nueva tecnología, en especial imágenes de satélite, y la infraestructura que hemos podido formarnos para interpretar esta información y para traducirla a mapas que le sean útiles a las comunidades en sus procesos internos de autogestión, su planificación del desarrollo local, el desarrollo de estrategias para el uso sostenible de sus recursos forestales, de sus tierras agrícolas, de la planeación del desarrollo a nivel micro. Los árboles En los códices mixtecos hay una escena en la cual un árbol da nacimiento al primer ser humano o uno de los primeros seres humanos. Este árbol ha sido flechado por una de las deidades. El árbol no es cualquier árbol, es uno de los ahuehuetes de Apoala. Los ahuehuetes son arboles con una gran tradición de importancia ritual en mesoamérica y en la mixteca en particular tienen un significado muy especial, el árbol madre, el árbol matriz, el árbol que da origen. En mi trabajo no he encontrado narraciones acerca del ahuehuete si bien el nombre mixteco sí se conserva y se conoce en la zona de Cocoyán en donde yo he trabajado. Tengo entendido que en los años cincuenta registraron un mito muy interesante que parece hacer eco a lo que vemos en los códices. En esta narración un hombre se encuentra un árbol con una oquedad que parece una vagina. El hombre copula con la oquedad. Tiempo después se da cuenta de que el árbol esta embarazado y el árbol da a luz. Me parece una narración muy simpática que nos hace pensar en la pervivencia de símbolos a través del tiempo y que encuentra manifestación en estos maravillosos manuscritos en los cuales vemos una riqueza pictórica que realmente nos alucina y que nos hace imaginar la riqueza de lo que vivieron nuestros antepasados. Los textiles Mi bisabuela era tejedora en San Luis Potosí. Ella empleaba el telar de cintura para hacer textiles muy finos, manteles, servilletas de la técnica de gasa, una técnica muy delicada para diseños muy finos. Y en mi familia se conservaron piezas que había tejido mi bisabuela en San Luis. Esto me interesó desde muy joven porque yo ya estaba familiarizado con el textil. Los textiles eran símbolo de femineidad. Las mujeres antes de casarse tenían que producir textiles muy, muy finos para mostrar su valor, para ser dignas de recibir marido. Y le tejían al esposo ceñidores de seda como el que muestro. Le tejían morrales para las tortillas con técnicas muy complejas y con diseños sorprendentes. Quisiera relacionar el textil con mi interés etnobiológico. Hace unos años organicé en Santiago la Chopa un taller. Las mujeres de Santiago la Chopa, que es un pueblo zapoteco, tejían tradicionalmente lana, seda y también ixtle, fibra de agave, fibra de maguey, pero el conocimiento de como teñir estas fibras se había perdido. Ellas sabían que las abuelas habían empleado plantas y habían empleado la grana cochinilla que es un insecto y habían empleado minerales como mordentes. Pero todo este conocimiento se ha perdido. Ellas querían rescatarlo. Me invitaron a dar este taller. Lo que hicimos, un grupo de colegas y yo fue explorar, junto con las tejedoras, las plantas locales. Llevamos también grana cochinilla. Llevamos añil. Literalmente empezamos a experimentar. Y los resultados fueron sorprendentes. El simbolismo En algunas zonas donde he trabajado, he platicado con las señoras tejedoras y he tenido la suerte de registrar narraciones sumamente interesantes que se relacionan con el antiguo simbolismo de los diseños. Quisiera dar un ejemplo de ello. Estas imágenes que muestro son de el águila de dos cabezas, un diseño que en mixteco se nombra "titeaca." Este diseño es muy importante porque tiene una historia muy particular. Es un diseño que se deriva, o por lo menos fue influenciado, por el águila bicéfala de la casa de Habsburgo, el emblema de los Hapsburgo, los Habsburgo eran la casa reinante en España al momento de la Conquista de México. Este símbolo aparecía en todo el mundo colonial. Estaba en las monedas, estaba en banderas, estaba en las fachadas de iglesias y edificios públicos y documentos. Los indígenas fueron bombardeados por águilas bicéfalas. Para mí lo fascinante es que ellos de alguna forma subvirtieron este símbolo. Lo reinterpretaron, lo usaron para sus propios fines. Lo que he registrado es que en los mitos de la zona de Cocoyán, donde he hecho parte de mi trabajo etnobiológico, aparece este nombre "titeaca" del diseño como el monstruo que es vencido por los gemelos. Le quitan los dos ojos y estos dos ojos se convierten en el sol y la luna, en un mito que tiene muchos paralelos con el Popol Vuh, por un lado, y por otro lado, con la Leyenda de los Soles registrada en el siglo XVI en Náhuatl.